Los pobladores del municipio de Firavitoba participaron activamente en divesos hechos históricos, por ejemplo, la Insurrección de los Comuneros. En Firavitoba nació Cayetano Abella, sargento de infantería del Batallón Cazadores que luchó y murió en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819. Héctor Granados, Augusto Salamanca y otros militares participaron en la Guerra de Corea.
Las actividades económicas iniciales en el municipio fueron la agricultura y las artesanías en lana de oveja y fique. Actualmente su economía se basa principalmente en la ganadería, con razas como normando y la holstein. Actualmente se siguen produciendo alpargatas en fique e hilo, al igual que ruanas y pañolones. También se elaboran amasijos, como mogollas, pan y almojábanas en horno de leña. Se cree que su nombre se generó de los términos chibchas Vira (aire) y Faoa (nubes), que al ser mal pronunciados por los españoles a su llegada terminó sonando como Firavitoba.
"Otras versiones indican que el nombre se derivó de Covcha Viraba, cacique oriundo de esta tierra", dicen los habitantes de esta pintoresca población. Firavitoba fue un pueblo indígena, anterior a la conquista. La historia relata que el cargo de sumo sacerdote para la provincia de Iraka, con su capital Suamox (hoy Sogamoso), solo podía ser ocupado por un caballero natural de Tobaza o Firavitoba, elegido por los Usaques. "Por la usurpación del trono por parte de un caballero de Firavitoba, hombre tiránico y violento, llamado Bermejo, se sucedieron guerras civiles que terminaron con la muerte del mencionado caballero. A estos sucesos siguió la paz y la elección de un caballero de Tobaza llamado Nompanín y posteriormente uno de Firavitoba llamado Sugamuxi, y fue a él a quien encontraron los españoles a su llegada al reino", cuentan los firavitobenses. Su fundación hispánica se llevó a cabo en 1655, con el nombre de San Antonio de Firavitoba. Los indígenas fueron evangelizados por los padres Franciscanos a mediados del siglo XVI. En 1691 fue adquirida la hacienda de los Jesuitas, que vino a ser la más valiosa del Nuevo Reino por su afamada fertilidad, especialmente en el cultivo del trigo, que era por entonces base de la economía. El pueblo fue destruido por una tragedia, posiblemente un incendio, razón por la cual tuvo una segunda fundación en 1718 con el nombre de Nuestra Señora de Las Nieves de Firavitoba. Los Firavitobenses han participado activamente en hechos históricos de gran importancia, como el Movimiento de los Comuneros del Socorro, en 1781. "Ante el aumento de los impuestos a comienzos de 1781, José de los Santos Aguillón lideró un levantamiento y reunió a los hombres, a los cuales capitaneó hasta el día de la capitulación en Zipaquirá", señala una reseña histórica de Guillermo Alberto Camargo Patarroyo. En Firavitoba nació el prócer Cayetano Abella, sargento de infantería del Batallón Cazadores que luchó heroicamente en los campos de batalla y murió en el puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819. Héctor Granados, Augusto Salamanca y otros militares de Firavitoba participaron en la guerra de Corea
RESEÑA HISTORICA
Firavitoba era pueblo de indios cuya existencia se remontaba a los primeros asentamientos humanos del altiplano andino del extremo norte del subcontinente sudamericano. Sus primitivos habitantes pertenecían a la etnia muisca (somos personas), por características físicas, cultura, lengua y religión.
Firavitoba, significa viento de la cumbre, según lo poco que se conoce de la lengua chibcha y de sus dialectos; viene de fiva (aire, viento) y ob(ei)ta (cumbre, punta, altozano), luego Firavitoa.
Los dominios del Zaque de Hunza (varón prudente), estaban divididos en tres confederaciones. Destacaba como centro religioso el cacicato de Suamox (morada del sol) que comprendía las tierras de la provincia de Iraca que iban de más allá de Labranzagrande hasta los dominios del Tundama (Duitama) y de Pisba hasta los límites del territorio del Tunja.
En el valle de Iraca (actual Sogamoso), el poder religioso y el político estaban en cabeza del Sumo Sacerdote del Sol, dignidad ocupada en forma alterna por naturales de Firavitoba y de Tobasía elegidos por un grupo de electores.
El Bermejo, así tildado por su singular característica física de largas barbas rojas, se atrevió a desafiar el mandato de Idacanzas (la luz de la tierra), el padre reformador Bochica de los Bogotáes, al usurpar la silla del Sumo Sacerdote del Templo del Sol de Iraca dignidad que debía ser ocupada en ese momento por un natural de Tobazá o Tobasía.
El Bermejo al apresar y ajusticiar al Usaque de Gámeza, decidido opositor de sus ambiciosos designios, desafió a los otros electores los de Pesca, Toca, Busbanzá y Tota, quienes con el apoyo del Tundama, presentaron batalla. Derrotado y muerto el Bermejo, fue colocado en la silla del Sumo Sacerdote, Nompaním (vasija de león) de los Tobazáes. En cumplimiento de la tradición, a su muerte lo sucedió un natural de Firavitoba que tomó el nombre de Sugamuxi, el invisible, el desaparecido, y a quien hallaron los españoles cuando en 1537 entraron a sangre y fuego al poblado y profanaron el Templo del Sol.
El Sugamuxi al ver batidos sus ejércitos por los invasores españoles y asolados el pueblo y los santuarios se alió con el Duitama. Al ser finalmente derrotado el Duitama, el Sugamuxi hubo de someterse al español. Sobrevivió a esos infortunios por más de 24 años; murió en Tunja y fue enterrado en Sogamoso acompañado del agradecimiento y del dolido respeto de sus súbditos.
La más probable entrada de Firavitoba al deplorable destino en que quedaron sumidos todos los pueblos de indios de la nación muisca, se fecha un poco mas avanzado el año 1537 cuando el Capitán Juan de San Martín, acampó en Iza. Venía en busca de los llanos orientales, entrando por Toca y Pesca, siempre en pos del nebuloso Eldorado.
Los españoles al subyugar a la nación chibcha, se erigieron como amos y señores de vidas y fortunas, pero respetaron algunas de las formas de tenencia de la tierra de costumbre entre los mismos indios. El régimen feudal imperante aun en la península y la práctica del muisca desembocaron en la encomienda. En sus comienzos al encomendero se le asignaron pueblos enteros de indios quienes debían tributarle en trabajo y en especie.
El primer encomendero de Firavitoba fue el Capitán de los ejércitos reales Don Luis de Sanabria natural de Palos de Moguer. Llegó al Nuevo Reino con Sebastián de Belálcazar y fue uno de los fundadores de Santafé de Bogotá y de Tunja. Casó con la dama española Leonor Macías de Figueroa con la cual tuvo dos hijas: Luisa Micaela y Catalina.
Catalina de Sanabria y Macías casó con Martín de Rojas. En 1577, Don Martín era Capitán de Infantería y Regidor de Tunja. Con su alianza matrimonial quedó convertido en uno de los más poderosos encomenderos.
La encomienda de Firavitoba luego pasó a manos de Gerónimo Donato de Rojas y Sanabria. El pozo de Donato perpetúa el nombre del Alférez Real y Alcalde de Tunja, quien en 1626 mandó desaguarlo en la ilusa empresa de apropiarse de los tesoros de Aquiminzaque. Don Gerónimo Donato contrajo matrimonio con Elvira Niño y Zambrano.
Don Gerónimo de Rojas y Niño, casó con Josefa de Fonseca y Alarcón en el año de 1629. El de Rojas, de talante y carácter destemplado y desagradable, pronto se granjeó la enemistad de muchos principalmente de los allegados por línea materna de su esposa.
Con el anuncio de la llegada del Oidor Juan de Valcárcel de Visita por toda la provincia de Tunja, se reunieron en la encomienda de Tota, bajo el gobierno de Don Pedro de Alarcón, los encomenderos Martín Niño de Rojas, Diego de Guevara, Pedro Merchán y Gerónimo de Rojas, y los hermanos José y Raimundo de Alarcón Rincón.
En la animada pero recelosa reunión las indirectas, las bravatas y baladronadas del de Rojas atizaron el rencor y el disgusto de los de Alarcón. En 1636, a las afueras de Tota en las goteras de Iza fue asesinado a estocadas y puñaladas Gerónimo de Rojas por los emboscados hermanos de Alarcón ayudados por unos mestizos todos parientes entre sí. El crimen no quedó impune, pagó cárcel el mestizo Lucas de Alarcón.
La encomienda pasó a poder de Martín de Rojas y Fonseca. Doña Josefa años más tarde pereció calcinada en el incendio de su hacienda.
El último encomendero en Firavitoba, Lorenzo de Rojas, entregó en donación a la Compañía de Jesús en 1661, unas casonas que daban a la plaza mayor de Tunja y su hacienda una de las mas ricas del Nuevo Reino.
La comunidad religiosa, recibió una extensa propiedad con 148 indios tributarios. Los jesuitas permanecieron en la Hacienda de la Compañía hasta 1767, año en que fueron expulsados por el monarca español de la misma España y de todas sus posesiones en América y las Filipinas. La Hacienda fue fraccionada y vendida a varios postores. En la actualidad se mantienen intactos largos tramos de los muros divisorios de la antigua propiedad.
En 1781, Firavitoba dejó de ser pueblo de indios, elevado a categoría de parroquia con derecho a alcalde ordinario y cura en propiedad.
Ese mismo año, hubo un levantamiento espontáneo de la base popular, “la revolución de los comuneros”, que exigía la derogatoria de alcabalas e impuestos que asfixiaban las magras finanzas del pueblo llano y ahogaban las nacientes manifestaciones comerciales y de manufactura artesanal. Los de Firavitoba bajo el mando de José Luis de Aguillón, estuvieron presentes en la masa protestante reunida en Zipaquirá. Los resultados fueron en principio esperanzadores por la rápida aceptación de las exigencias, pero luego desconocidas y rechazadas por el Virrey trajeron como consecuencia el patíbulo para aquellos que continuaron insistiendo en la protesta.
Después del grito de independencia y de la reconquista española, la gesta libertadora selló la definitiva expulsión del gobierno español del Nuevo Reino de Granada el 7 de Agosto de 1819, a orillas del riachuelo Teatinos. El hijo de Firavitoba sargento Cayetano Abella de la vanguardia del Batallón de Cazadores fue uno de los 13 muertos de las filas insurgentes que allí hubo.
En 1873 se dio inicio a la construcción del templo de Nuestra Señora de las Nieves, motivo de orgullo para la población de Firavitoba. La construcción de la Iglesia llevó algo más de 100 años, oficialmente terminada en 1976.
En 1919 se inauguró la Oficina de Telégrafos y la Oficina de la Caja de Ahorros, la primera entidad de su clase en todo el país, según aseveran algunos de sus habitantes. En 1964, la red de energía eléctrica llegó a Firavitoba.
Firavitoba no fue fundado. En Wikipedia se encuentra una historia, más real. Por favor no informe mal.
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